Expresión de solidaridad

Entrevista a la Hermana Jyotsna, misionera en la India.

08/09/2016

08/09/2016 Entrevista a la Hermana Jyotsna, misionera en la India.
Háblanos de tus inicios en la Congregación, ¿cómo decides convertirte en Hermana de la Caridad de Santa Ana?
Provengo de una familia hindú. La tribu geográfica a la que pertenezco es la Gamit, y mi familia cultivaba el campo. En nuestra cultura, Dios está en todas partes, no se identifica con una figura concreta. Allí se venera la naturaleza, todas las cosas, como imagen de Dios. Un día, la Hermana María José vino a la India e impulsó una escuela a la que pude asistir. Allí descubrí cómo vivían y trabajaban las Hermanas. Y así decidí que quería convertirme en una de ellas. Mostré a mi familia todo el trabajo que realizaban y ahora mi familia también es cristiana.
 
Siempre has trabajado en India, cuéntanos acerca de la labor que desempeñas.
Soy la Superiora de la misión de Gujarat, allí administro el hospital y la escuela de enfermería. Atendemos a 19 niñas muy pobres, a las que enseñamos enfermería y, tras dos años, pasan al hospital para obtener experiencia. Estamos formando a futuras enfermeras que cuidarán de otros.
Ahora estamos gestionando trámites con el Gobierno para intentar lograr mejorar los recursos con los que contamos. Deseamos tener mejores máquinas, más camas, etc., pero todo debe hacerse conforme a los permisos vinculantes del Gobierno.
 
¿Y antes de eso, qué otras funciones has desempeñado?
Estuve trabajando en un hospital geriátrico durante nueve años. Cuidé a ancianos en torno a los 80 años, enfermos, impedidos, etc. Les lavaba, les atendía y les acompañaba en el final de sus vidas. Era un trabajo de 24 horas al día. Durante ese tiempo, unas 25 personas murieron entre mis brazos, mientras yo les sostenía. Recuerdo cómo una persona me llamó expresamente para que acudiese a su lado y le abrazase, y en ese momento falleció.
 
¿Qué destacas de tu día  adía, qué consideras lo mejor y lo peor de lo que vives a diario?
Echo de menos la geriatría y a las personas que dejé en el anterior centro en el que trabajé, aunque no es probable que vuelva a desempeñar esa labor. Lo mejor es el tiempo de rezar y estar con Dios: desde las 11 de la noche hasta las 5 de la mañana, puedo disfrutar de la tranquilidad para acercarme a Él.
 
¿Cuál es tu mensaje para Occidente?
Un mensaje de total agradecimiento. Sé que aquí, en el primer mundo, la gente trabaja duro e intenta ahorrar dinero, que luego nos envían a la India para cuidar de los niños que han apadrinado o para impulsar proyectos que ayudan a las personas. Siempre rezo por los donantes y colaboradores, y les doy las gracias.

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