Haití: terremoto en la capital

2010

Ante la magnitud de la catástrofe de Haití, y las consecuencias que vinieron después (luchas, barbarie y pillaje para conseguir algo que comer), la necesidad de enterrar los muertos, desescombrar y reconstruir la capital, fue necesaria la ayuda de todos.

Fundación Juan Bonal se puso inmeditamente en acción y ofreció vías de colaboración y estrategias para que los donativos pudieran alcanzar los objetivos de mayor necesidad. La ayuda se gestionó a través de las Misiones que las Hermanas de la Caridad de Santa Ana atienden en países cercanos como Cuba, Guatemala, Honduras, Nicaragua, Panamá y Costa Rica.

Además, se realizaron acuerdos con Instituciones ubicadas en la zona, como La Iglesia Necesitada y Manos Unidas, para colaborar en la recogida y aplicación de los donativos, venidos de todas partes del mundo, sensibles ante este drama de proporciones gigantescas.

Las ayudas se centraron en atender a los heridos, a las familias que habían quedado sin hogar, a aquéllos que no tenían nada para comer... Se cubrieron las necesidades básicas de las víctimas y afectados, especialmente de los más vulnerables. Entre todos, gracias a la colaboración y la solidaridad, fue posible presenciar el resurgir de Haití, que ya antes del desastre era el país más pobre de América, y lograr no solo superar la tragedia, sino reducir drásticamente la pobreza y alcanzar una expectativa de vida mayor en el país.