Expresión de solidaridad

Entrevista a Miguel Ángel Gayo Sánchez, escritor.

02/12/2016

02/12/2016 Entrevista a Miguel Ángel Gayo Sánchez, escritor.
Ganador de VII Concurso de Relatos y Viajes Solidarios “Lo vives, lo cuentas” (2016), que anualmente organiza Fundación Juan Bonal, viajó a la India a finales de septiembre para conocer de primera mano el trabajo de Cooperación al Desarrollo que realizan las Hermanas de la Caridad de Santa Ana sobre el terreno.
Miguel Ángel Gayo Sánchez nace en Madrid en 1966. Unas oposiciones lo llevan hasta Sevilla, ciudad en la que reside. En su quehacer literario ha sido reconocido con numerosos premios nacionales e internacionales y, si bien esta labor se enmarca en el ámbito del relato corto, en estos momentos, ultima la publicación de una nueva novela.
 
Hola Miguel Ángel, ¿Cómo conociste este concurso de relatos solidarios y por qué decidiste presentarte?
Hola. Desde hace unos años dedico parte de mi tiempo libre a escribir literatura de ficción, básicamente relato corto y microrrelato, aunque también he podido terminar dos novelas. Esta afición me ha llevado a interesarme por los diversos concursos que se celebran en España y en el extranjero, y fue así, a través de una página web especializada en estos temas, donde encontré las bases del concurso.
He de reconocer que la temática y el premio que conlleva este concurso lo hace diferente a todos en los que he participado. Fue esto lo que más me llamó la atención y me animó a participar.
 
¿En algún momento te imaginaste que tenías opciones de ganar?
Uno siempre tiene la esperanza de ganar, pero el sentido de la realidad se impone, así que después de presentar mi relato me olvidé del asunto. ¡Son muchas las personas que participan!
 
Resume en 5 líneas tu emotivo relato ganador “Carta a su señoría”
Se trata de una situación de violencia de género narrada y vivida desde la perspectiva de un niño. Y es que, en los casos más dramáticos de esta lacra, el padecimiento de los niños resulta doble: pierden a la madre y pierden al padre. Los dos seres más importantes de su vida se convierten en víctima y verdugo. Esto es muy difícil de asimilar para un niño. El relato toca este aspecto, la incredulidad infantil ante la maldad por parte de los seres queridos.
 
Como parte de tu premio, viajaste en septiembre a la India para conocer de primera mano la labor de las Hermanas sobre el terreno… ¿Cuál fue tu primera impresión al llegar a este país?
Mi visita a la India se ciñó a los lugares donde las Hermanas trabajan, así que en realidad me he encontrado pequeños “paraísos” dentro de una realidad mucho más compleja y desfavorecida. Las personas que atienden las Hermanas en esos centros se mostraban felices y joviales. Esto fue lo primero que me llamó la atención.
 
¿Te han podido las emociones todo este tiempo?
El tratar a niños con discapacidad intelectual profunda es algo que impacta. Muchos de ellos dejaron en mí una huella especial. Recuerdo a una niña de unos cinco años que residía en el centro de Ahmedabad, que a pesar de su corta edad y de arrastrar una biografía muy desafortunada y con grave retraso intelectual y motriz, se mostraba siempre sonriente.
 
Sabemos que has visitado varios centros de las Hermanas en el estado de Gujarat, como son Kadi o Vijaynagar pero nos interesa que nos cuentes tu experiencia en Madhurya Bhuvan (Ahmedabad), el centro para chicos y chicas con discapacidad intelectual que atienden las Hermanas ¿Cómo es un niño/a en Madhurya Bhuvan?
En este centro, ubicado en uno de los barrios más pobres de la ciudad, las Hermanas atienden a niños y niñas de 5 a 14 años, todos ellos con discapacidad intelectual severa.
Visitar este centro y conocer a los niños y niñas que allí residen resulta una experiencia muy satisfactoria. A los niños se les ve y se les siente felices, esmerándose en las clases, con ganas de aprender. Son muy participativos y respetuosos. Impresiona el trabajo de las Hermanas, que consiguen organizar todo muy bien para que la vida allí transcurra de forma amena y placentera.
 
¿Cómo defines a una de estas Hermanas misioneras que pelean día a día por estos pequeños?
Las Hermanas misioneras son mujeres con misión, y esto les fortalece por dentro y por fuera.
Ser pobre en un país pobre es una desgracia. Ser pobre y discapaz es un lamento eterno. Las Hermanas consiguen acallar este lamento. Ellas son la última esperanza para estas personas. El cariño y el respeto que las profesan, del que fui testigo, así lo atestiguan.
 
¿Cómo valoras ahora esta sociedad globalizada y consumista al conocer la vida desde el lado de la pobreza?
Europa es una burbuja dentro de un mundo sufriente e injusto. Hay que ser conscientes de que gran parte de nuestro estilo de vida se sustenta en base a la injusticia que se ejerce en países como la India. Países productores de materias primas y mano de obra barata que surten nuestras tiendas.
Por supuesto hay que huir del sentimiento de culpa. ¡Uno no es culpable! Es este sistema inhumano el responsable. Nuestra responsabilidad pasa por ser consciente de ello, denunciar esta situación y apoyar en lo que podamos para paliar el sufrimiento de la gente.
 
Cuéntanos una anécdota.
La agenda era muy apretada y movida, así que alguna vez tuvimos que sortear los percances que se fueran presentando. Recuerdo que para desplazarnos desde Ahmedabad a Vijaynagar, un trayecto de unos 160 km. tuvimos que utilizar tres coches distintos, ya que el primero sufrió un calentón y a punto estuvo de salir ardiendo y el coche que nos rescató pinchó una rueda cuando apenas nos faltaban 10 km para nuestro destino.
También recuerdo una anécdota positiva. Y es que las Hermanas dispusieron una tarde para que yo hiciera algo de turismo. Así que me llevaron a varios sitios, entre ellos al Museo de Historia del Gujarat. Al llegar, un gran cartel indicaba que el museo se encontraba cerrado por ser el día de descanso. Tras una pequeña gestión por parte de las Hermanas nos abrieron el museo para nosotros solos.
 
¿Qué te han aportado estos niños y niñas que has conocido?
La esperanza de saber que los niños buscan la felicidad y tratan de salir hacia delante con muy poco que la vida les ayude. Y esta fuerza que se expresa en ellos es reconfortante. Por otro lado, el contacto con estos niños y niñas, y sus dramáticas situaciones vitales, me lleva a relativizar un poco los problemas que me surgen en mi propia vida.
 
Como sabes, desde Fundación Juan Bonal estamos impulsando “Padrinos por la discapacidad”, un programa de sensibilización hacia este gran colectivo y sus necesidades… ¿Qué dirías a alguien para motivarlo a apadrinar a uno de estos niños/as?
Cuando mostré las fotografías y los vídeos a mi familia y les conté la experiencia de esta semana en la India, mi hija de 11 años nos propuso que apadrinásemos a alguna niña, que ella estaba dispuesta a pagar la mitad de lo que costase con su hucha. Mi mujer también se mostró muy decidida a apadrinar. Y así lo hicimos y ya hemos tramitado desde la Fundación Juan Bonal la ficha de inscripción en el programa.
Yo le diría a la gente que la discapacidad es terrible en ciertos países y que por muy poco dinero se puede paliar grandemente estas situaciones. Yo he sido testigo de excepción de cómo los recursos que se aportan llegan a estas personas.
 
Te dejamos unas líneas para que animes a otras personas a participar en este concurso solidario y que puedan vivir una experiencia tan increíble como la tuya.
Unir literatura y solidaridad resulta muy enriquecedor. En momentos de crisis, la creación artística debe ponerse al servicio de causas nobles. Animo a todos los escritores a participar en este concurso único en el mundo, y les deseo mucha suerte.
 
Muchas gracias por contar tu experiencia solidaria Miguel Ángel.

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